martes, 22 de julio de 2014

Luna, hoy no te veo

Es difícil despegarse de la vida, dejarlo todo. No me refiero a la muerte misma, sino a la muerte que se respira en vida. El suspiro se torna habitual; es profundo, lleno de agonía pero nadie lo entiende porque las almas que rondan solo cumplen una función teatral y dramatizada. Es difícil salirte del papel, es difícil  imponerte cuando un ejército entero te aprisiona y te roba todo tu ser. La individualidad existe pero dentro de un margen. Yo no pertenezco a ese margen, tampoco sé dónde.

Siempre he creído que la Luna tiene un mensaje que darnos, trato de observarla todas las noches y me gustaría hacerle compañía, hablar con ella. Al menos la Luna me acompaña por las noches, cuando los pensamientos se vuelven mi enemigo. Es raro que mis propios pensamientos sean mi enemigo, pero un enemigo falso, pretende serlo pero simplemente son mi enemigo porque me dicen la verdad, porque son los únicos libres en esta sociedad. Cuesta darse cuenta de la verdad.

Luego la discrepancia entre tus pensamientos y la sociedad se transforma en inseguridad y es aquí donde todo se destroza, incluso eres capaz de dañar lo que amas. La inseguridad sí es un enemigo real, porque  te hace frágil, te aísla, y sobretodo envenena el alma, tanto así que eres incapaz de sentir felicidad real por un día entero y eso quita el amor por la vida. Pero es aun peor, porque la inseguridad es orgullosa y se oculta en ti, se oculta tratando de no ser más dañada pero eso te envenena más. Los protagonistas también son dañados por culpa de tu inseguridad, porque esta tiene 2 caras: la real que te daña a ti y la falsa, llamada agresión y frialdad que daña a los demás y te retrae. Pierdes todo, tienes miedo todo el tiempo, es una muerte silenciosa, y de a poco los pensamientos que eran enemigos falsos comienzan a ser reales porque son invadidos por la inseguridad. Estos pensamientos te torturan todo el maldito tiempo.

Dicen que todos merecen ser feliz, pero ¿cómo puedo ser feliz aquí y así?. A veces me gustaría no tener pensamientos propios, de esta forma la Luna ya no me parecería especial y me sentiría acogida en esta gran mentira.

Cuando te cansas de llorar, cuando pierdes la esperanza en la humanidad, cuando no confías en nadie, cuando amar se vuelve un problema, cuando no existe amor propio, cuando no puedes terminar algo, cuando la vida pierde interés, cuando nada tiene sentido. Hay muerte y la muerte pesa el cuerpo y eso cansa.

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